martes, 22 de septiembre de 2009

DE LA JUSTICIA QUE ANDA MAL A LA QUE PRONTO NO EXISTIRÁ (I)


ADIÓS A LA JUSTICIA INDEPENDIENTE


No anda bien la Justicia española. Llevo muchos años (cuatro décadas y un poco más) siguiendo, desde distintas posiciones (desde la Universidad, desde la abogacía, desde el CGPJ: fui vocal de finales de 1990 a mediados de 1996), lo que ocurre en nuestros Juzgados y Tribunales y, en especial, lo que resuelven (lo que resuelven lo conocemos prácticamente todo en la Universidad).


Se imaginan Vds. que he visto de todo. Pues bien, en el plano de la realidad judicial que no suele ser noticia (la realidad de los Juzgados y las Audiencias), he visto muchas más cosas buenas que malas. En otros planos, en los planos superiores, en cambio, ha venido aumentando lo malo y escaseando lo bueno. Cuanto más cerca de los ámbitos políticos está una realidad judicial (porque, p. ej.,  la designación de los jueces  o magistrados es discrecional del CGPJ y no reglada), peor es la independencia real y peor es la calidad del trabajo (siempre con notables y muy meritorias excepciones). Pero, de lo malo-malo, de lo que es pura y dura corrupción, ni los ciudadanos corrientes ni los periodistas saben apenas nada. Y casi mejor.


Pese a ser lo bueno más que lo malo en la ordinaria administración de la justicia, reconozco que la Justicia no anda bien porque la Justicia penal, que es la más noticiable, tiene que lidiar con leyes penales sustantivas y con leyes procesales penales, ambas de lamentable calidad. Entre eso y algunas personalidades enfermizas, de vez en cuando se producen cosas muy llamativas. Pero ocurre también que todas las ramas de la Justicia han de funcionar de acuerdo con una Ley Orgánica del Poder Judicial, que, si me parecía funesta en ciertos puntos al aprobarse en 1985, llevo tiempo añorándola, porque la LOPJ de 1985 no ha hecho más que empeorar, magnis itineribus (ablativo absoluto que tantas veces encontrábamos los de Letras al traducir La Guerra de las Galias), es decir, a grandes zancadas, cada vez, y han sido demasiadas, que la han reformado. Casi todas las reformas han sido reformationes in peius. Con casi todas se han introducido importantes "peoras". No en vano, al hablar de las reformas de las leyes, se dice que las "han sufrido".

Como, al parecer, de la Justicia todo el mundo entiende -y, sobre todo, piensan que entienden los políticos interesados en denostarla para desviar la atención ciudadana de sus propias responsabilidades- en muchos casos, demasiados, se echa la culpa a los jueces o magistrados de algo que es el producto de un defecto legal, que previamente han producido esos políticos, autoproclamados expertos porque, en el mejor de los casos, ganaron hace tiempo una oposición o ejercieron unos años (a veces sólo sobre el papel) como abogados. Si alguien piensa que exagero siquiera un poco, hágame y hágase el favor de ir a las "web" del Congreso y del Senado y repasar el historial de sus miembros en las últimas legislaturas.


Ha ocurrido, además, que, como las mejoras en la Justicia (mejoras modestas, pero firmes y apreciables, mejoras para el ciudadano común, necesitado de tutela judicial, no para estos o aquellos funcionarios), no son electoralmente rentables, ha ocurrido, digo, que, salvo excepciones milagrosas, en todo lo que ha dependido de los niveles superiores (del Ministerio, del CGPJ o de las CC.AA), ha habido más gestos, más imagen y más palabras que realidades. En el CGPJ, singularmente, se ha producido, sin reacción conocida, un acelerado deterioro cualitativo aún mayor que su muy acelerado crecimiento burocrático y presupuestario. Que alguien diga cuántos Letrados había en el CGPJ en 1991, p. ej., y cuántos hay ahora. Que alguien se atreva a facilitar los datos económicos de lo que costaba remunerar y atender a un Vocal hace 15 años y cuánto cuesta ahora, entre remuneración, dietas y otros costes. Que alguien se atreva a negar que el paso por el CGPJ es concebido y vivido como un paso en un carrera, no como un servicio temporal y no prorrogable. ¿Acaso con esos cambios ha acertado más el CGPJ en los nombramientos discrecionales o en la inspección o en sus decisiones disciplinarias? En cuanto a lo primero, el reparto de puestos discrecionales por cuotas ha sido y es tan notorio como vergonzoso.


Durante un tiempo, tuve pensado escribir un libro principalmente narrativo sobre eso que ocurre en la Justicia y que casi no se conoce. Tuve incluso el título pensado. "La toga desalmada", pensé titularlo (aunque sin pensar sólo en la toga de los jueces), en paráfrasis de "El alma de la toga", obrita clásica entre los abogados veteranos, salida de la pluma del, a mi entender, muy sobrevalorado Ossorio y Gallardo. Hace tiempo que deseché ese pensamiento. Porque, aunque haya quien no se lo crea, no me aburro en la Universidad y en una grande, como la mía, la Complutense, dentro de un Departamento grande (en todos los sentidos), hay mucho trabajo.


Pero, además de que el tiempo era (y es) escaso, lo decisivo para desechar la idea fue advertir que los libros en los que se dicen verdades históricas como puños, incluso con soporte documental, carecen de una influencia mínimamente proporcionada al tiempo y al esfuerzo que han requerido y que, cuanto más verdades relatan e incluso prueban y cuanto más graves son las verdades que revelan, aún menos influencia. Esos libros (no tan numerosos como parece) los leen los poquísimos que ya están al tanto del tema y unos cuantos lectores empecinados, que, precisamente por ser lectores empecinados, no suelen ocupar posiciones políticas o de influencia social.


En pocas palabras, que tras un libro así no pasa nada, demuestre uno las ilegalidades y golferías que demuestre. Nada cambia o se cae, nadie dimite o es cesado e incluso nadie te demanda y menos aún se querella contra tí, especialmente si se trata de funcionarios públicos, porque entonces le cabe al querellado la denominada "exceptio veritatis": si demuestras que es verdad lo que dices, aunque fuese la imputación de un delito o de algo deshonroso, el promotor del proceso pierde lo que éste le haya costado y la poca vergüenza que le quede.


Por todos esos motivos no he escrito ese libro ni lo escribiré. Sí he escrito, en cambio, muchos artículos, breves o extensos, en diferentes momentos. Y hace muy poco escribí un "Adiós, Justicia", que hoy mismo publica ABC:  http://www.abc.es/20090922/opinion-tercera/adios-justicia-20090922.html.  En ese texto declaro mi hastío tras una lucha muy larga y muy fatigosa, aunque no me hayan faltado excelentes compañeros, en distintos ámbitos. Hoy digo "Adiós Justicia", porque está muy avanzado el trámite parlamentario de una reforma legal de todas las leyes procesales, para despojar de su aplicación, en gran medida, a los Jueces y Magistrados. Por tanto, la Justicia no será administrada por juzgadores independientes, sino que dependerá de funcionarios a su vez dependientes del Poder Ejecutivo.


A explicarme algo más de lo que cabe en un artículo de prensa como el citado me he dedicado aquí y ahora. Pero no he terminado. Como se indica, ésta es la primera entrega, aunque tampoco me propongo abrumarme, abrumar a los beneméritos lectores y deprimirnos juntos, bien deprimidos. En ese artículo de hoy, 22 de septiembre de 2009, me refiero a los responsables. Algo más he de decir aquí sobre los responsables de que la Justicia ande mal y de que pronto deje de existir. El vicioso y corruptor "Estado de Partidos" ha tenido y tiene, como cualquier realidad histórica, nombres y apellidos.

2 comentarios:

Guerrera de la LUZ dijo...

¡Hola maestro!

Acabo de encontrar su blog por casualidad en el enlace de un comentarista de la capellanía del Colegio Orvalle.

Yo fuí alumna suya en la Complu, así que es un placer y un honor saludarle.

Respecto al tema del post, es muy preocupante lo que está ocurriendo, seguiré con interés las sucesivas entradas que vaya subiendo.

Gracias por todo.

Un abrazo.

Guerrera de la LUZ dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.